Movilidad, turismo, intercambio de casa, de labores… Pero, ¿y la cultura? Ahora también podemos disfrutar de ella a través de este tipo de economía.

Aplicaciones como Artery, Sofar o Sofaconcerts ponen en contacto a particulares con músicos y otros artistas y funcionan como una especie de Airbnb para interesados en la cultura. Así pues, cualquier persona, registrándose como anfitrión, puede diseñar una velada perfecta con música, lecturas, cenas o debates.

Ofrecen sesiones privadas por precios infinitamente inferiores a los de conciertos o musicales del circuito tradicional, con precios entre 10 y 15 euros por persona.

Vladic Ravich, confundador de Artery, asegura que la idea no es nueva, sino que “existe desde que se descubrió el fuego”. Sin embargo, internet permite ahora la interacción directa entre artistas y anfitriones evitando a los intermediarios profesionales.

Artery se lleva el cinco por ciento de los ingresos, el resto se lo reparten entre anfitriones y artistas. Al igual que ocurre con Airbnb, que permite alojarse en todo tipo de sitios -desde una casa barco a un loft de lujo-, son los propios organizadores los que deciden cómo y dónde se desarrollan las veladas.

Sin escenarios, técnicos de luces o efectos de sonido, el principal activo de estos conciertos es la intimidad, la apariencia de disfrutar de un concierto en casa con amigos. La misma argumentación de Airbnb, que vende experiencias con locales como si fuera amigos.

Sin embargo, el confundador de Artery se desmarcó de otras plataformas como Airbnb y Uber. No se puja por valoraciones o precios baratos, “lo que importa es la comunidad” aseguró. La cultura de vuelta al hogar.

CREODOSBE

 

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